martes, 25 de octubre de 2016

RETORNO III

Cuando Mauro llegó a su casa ya estaban bien cocidos los elotes. Las hojas que habían sido verdes ya estaban amarillitas.
--Nomas me voy a comer un elote porque se me antojó el pozole, le queda bien bueno a doña María. dijo Trinidad.
--Por cierto, te manda saludos la tía María . Le di las gracias de tu parte.
--Tengo tiempo que no la veo, cuando me alivie voy a ir. Siempre ha sido muy buena gente conmigo.
--Yo también me voy a comer nomás un elote para comer pozole.
Se comieron su elote con queso y se sirvieron su plato de pozole con repollo y limón . A Inés solamente le sirvieron unos granitos de pozole en un plato, a él no le gustaban los cueritos. Después de cenar estuvieron platicando un buen rato sobre los planes para el bebé que venía en camino. Inés se quedó dormido sentado en la silla. Mauro se levantó para llevarlo cargando a acostar. El niño despertó pero se hizo el dormido para que lo llevara su padre en brazos a la cama. Al regresar de llevar a Inés se quedaron platicando un rato más. La cena había sido pesada y no les daría sueño temprano.
--Ya vámonos a acostar que ya es noche, dijo Trinidad.
--Sí, Mañana me quiero levantar temprano. Respondió Mauro. Tomó el aparato de petróleo y le dijo a Trinidad que caminara por delante de él mientras el alumbraba el camino. Al llegar a la habitación Mauro colocó el aparato en una mesita de madera que estaba a un lado de una petaquilla. Después de que Trinidad estaba recostada en la cama su marido apagó la llama de la mecha del aparato de un soplido y se recostó junto a su mujer.
A pesar que era tarde no tenían sueño, así que siguieron platicando en tema del bebé.
--Si es niño yo quiero que se llame Benjamín, y si es niña que se llame María Guadalupe. dijo Trinidad.
--Si es niño quiero que se llame Isaac y si es niña también quiero que se llame María Guadalupe.
Se quedaron dormidos, pensando cada quien en sus planes para el bebé, tanto a corto como a largo plazo. En la mente de Trinidad estaba la imagen de sus hijos grandes y unidos como lo era ella con sus hermanos. Mauro imaginaba una muchacha bonita parecida a Trinidad, con el cabello largo

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