viernes, 18 de noviembre de 2016

EL RETORNO V


Las mujeres llegaron a casa de Mauro y encontraron las puertas estaban abiertas de par en par. En el cuarto donde estaba trinidad había una pequeña vela cuya flama hacía ligeras oscilaciones que provocaban una especie de parpadeo en la iluminación en el enjarre de las paredes. Puesto que la puerta estaba abierta, la luz se veía desde el patio.

Al entrar al cuarto,  encontraron a Trinidad sentada en una silla de madera, con una mirada de miedo y de dolor a la vez. Tenía la mirada como perdida, mirando fijamente el balanceo de la flama de la vela.

--¿Cómo estás hija?, preguntó doña Soledad.
--Tengo miedo. Como si algo malo fuera a pasar.
--Tranquila hija, no tardan en llegar Mauro y doña Leonor. Todo va a salir bien. Marina se va a llevar el niño a la casa para que lo cuiden las muchachas.
--Ahí está dormido en la cuna, llévatelo así dormido, tápalo bien con la cobija pa que no le vaya a dar aire. Ordenó Trinidad a Marina.

Marina se acercó a la cuna silenciosamente, se inclinó sobre la cuna, metió la mano derecha entre inés y la cocha que hacía el papel de colchón y se erguió ya con el niño en brazos. Finalmente lo cubrió bien con la cobija.

--Ya me voy con el niño, dijo Marina.
--Andale pues, no lo vayas a destapar porque le da aire, respondió doña Soledad.

Cuando Marina iba saliendo con el niño se escuchó el tropel del caballo en el venían llegando Mauro y doña Leonor en la silla y la enanca respectivamente. Marina siguió su camino y no se encontraron.

En cuanto llegaron en el caballo, Mauro se bajó de un brinco y rápidamente se acercó a la silla para darle la mano y ayudar a que la vieja se bajara del caballo.

--Deje le ayudo a bajarse, apóyese en mi mano.
--Gracias Mijo.

En cuanto se pudo bajar la señora entraron hasta el cuarto donde aguardaban las dos mujeres.

--Buenas noches, ah no, ya son días verdad?
--Buenos días doña Leonor respondió doña Soledad.

Trinidad no respondió nada, seguía con la mirada dirigida hacia la vela.

--Mauro, déjame con ella, y usted señora busque sábanas. dijo doña Leonor.

--Está bien, voy a estar en la cocina por si algo se ofrece. Dijo Mauro.

El hombre se paró, tomó una vela y se acercó a la vela encendida para tomar fuego de ella. La encendió y salió rumbo a la cocina. Por su parte doña soledad se puso a buscar sábanas en la petaquilla que estaba a un lado.

Cuando Mauro cruzó por el patio entre el cuarto y la cocina, el aire apagó la llama de su vela, así que al entrar a la cocina localizó "a tientas" la bombilla de petróleo que estaba puesta sobre la mesa y se dio a la tarea de encontrar la caja de cerillos en plena oscuridad. Caminó hacia el pretil y cuando estaba a punto de llegar, un gato que estaba calentándose con el calorcito de las brasas ya casi extintas, saltó espontáneamente dándole uno de los mayores sustos de su vida. ¡Che gato cabra grande!

Mauro recordó que la caja de cerillos siempre era puesta a un lado de la prensa de hacer tortillas, en una rendija entre los adobes, en el otro lado del pretil. Así que caminó rodeando el pretil y agarró la caja de cerillos. Si tenía una fuente de iluminación no era necesario que ahora tratara de encontrar la bombilla en la oscuridad, así que prendió un cerillo para que se le facilitaran las cosas. En lo que llegó hasta la bombilla el cerillo se consumió por completo. Ya estando a un lado de la mesa, encendió otro cerillo y con el mismo encendió la bombilla.

El hombre estaba muy nervioso y caminaba de lado a lado por toda la cocina. Para calmarse un poco decidió hacerse un café bien cargado, pero ya solo quedaban cenizas en el lugar dónde el gato estaba acurrucado. A un lado del pretil, cerca de donde estaba guardad la caja de cerillos había un costal con olotes. Mauro se acercó y agarró dos puños con las dos manos y los puso a un lado de la ceniza. Con un olote removió la ceniza y bajo unos cinco centímetros descubrió unas diminutas brazas. Colocó los olotes sobre ellas y trató de evitar que se apagaran pero fue en vano. Ni humo salió.

El pretil tenía un espacio hueco en el otro lado, en donde guardaban una botella con petróleo. Mauro sacó la botella, roció los olotes con el combustible y los encendió con un cerillo. Como si se tratar a de un truco de magia, los olotes encendieron al instante. A un lado del costal estaba un tercio de leña de manzanilla. Mauro agarró tres de ellos y los acomodó sobre los olotes. Una vez encendido todo, colocó el comal y sobre de él puso a cocer el café en una olla de barro.

Estaba tomándose su jarro de café cuando escuchó el llanto del bebé. Dejó el jarro sobre la mesa y fue corriendo al cuarto.

viernes, 28 de octubre de 2016

RETORNO IV

Eran las cuatro de la mañana cuando el sueño de Trinidad se interrumpió tras un agudo dolor en el vientre. Las contracciones habían comenzado. La llegada del nuevo integrante de la familia estaba muy cerca.

--Mauro despierta, ¡ya va a nacer! ¡ve por la partera!.

--Ya voy, dijo Mauro tras despertarse instantáneamente.

Mauro se levantó lo más rápido que pudo, se puso la camisa que tenía colgada en una alcayata junto a la cabecera de la cama, metió los pies en los huaraches y salió corriendo hacia la casa de doña Soledad, la madre de Trinidad, quien vivía muy cerca. No podía dejar sola a Trinidad en esas condiciones y quien mejor que la madre de ella para que la cuidara. La casa de doña Soledad estaba tan solo a 100 metros, sólo era cuestión de pasar unos sebaderos de piedra y un tazolero, que por esa época del año estaba completamente vacío. Llegó a la casa de su suegra corriendo, abrió la puerta de trancas y cruzó el patio. Junto a la puerta de trancas había un árbol de huache y bajo el árbol estaban los perros que con el alboroto se levantaron despavoridos pero tras reconocer el olor de Mauro movieron la cola y se enroscaron de nuevo sobre los costales en los que estaban.

Doña Soledad estaba dormida, pero tenía el sueño muy ligero y escuchó cuando rechinaron las trancas de la puerta del patio. Se levantó para ver quien era. Su cuarto era de adobe y sin ventana alguna. Sólo tenía un pequeño respiradero cuadrado de unos 15 centímetros de lado. La única forma de ver quien llegó tan apresurado era abrir la puerta.

Cuando Mauro empuñó la mano derecha y la elevó a la altura de su cara para golpear las tablas de la mitad derecha de la puerta, doña Soledad abrió la mitad izquierda.

--¿Qué sucede mijo?

--Trinidad empezó con los dolores del parto, voy a ir a traer a doña Leonor para que la atienda. Le vine a avisar para que vaya a cuidarla en lo que yo regreso.

--Vete corriendo, yo ahorita voy.

Mauro salió corriendo de la casa de doña Soledad para ir por la partera. Doña Leonor vivía en La Uva, una comunidad cercana a el Pochote. Sin duda alguna el tiempo de ida y vuelta sería más corto si se iba en un caballo. Así que, se fue corriendo hasta la caballerisa, misma que estaba a un lado del tazolero. Mientras corría, analizó dos posibilidades. La primera de ellas era irse en el caballo sin ensillar. Esto le permitiría ahorrar unos minutos y llegar más rápido a casa de la partera. La segunda posibilidad planteaba el regreso de la casa de doña Leonor hacia la de Mauro. Con el caballo sin ensillar no podría subir a doña Leonor en el caballo y el tiempo de regreso iba a ser mucho mayor al paso de la mujer. Así que optó por ensillar el caballo y salir galopeando con rumbo a La Uva.

Mientras Mauro iba por doña Leonor, la madre de Trinidad agarró su rebozo, se puso las chanclas y fue a tocar la puerta del cuarto de sus muchachas, mismas que tenían el sueño tan pesado que dormían como troncos y no habían escuchado nada.

--Marina abranle mija. dijo doña Soledad al tocar la puerta.

--Ya voy. Respondió Marina.

La muchacha se levantó agarró la punta de la cobija con la mano izquierda y la lanzó sobre sus hermanas que dormían en el otro lado de la cama. Se enderezó, giró hacia la derecha y puso los pies sobre sus chanclas que había dejado el piso al acostarse. Con la mano derecha agarró un sueter rojo que había puesto un clavo junto a la cabecera y se lo puso rápidamente. Se levantó y caminó hacia la puerta para averiguar la razón de la voz tan preocupada de su madre.

--¿Qué pasó?, preguntó Marina.

--Ya se va a aliviar Trinidad, Mauro se fue a traer a doña Leonor, vamos para que te traigas a Inés para que se quede aquí con ustedes, yo me voy a ir a quedar con Trinidad para que no esté sola en lo que vienen ellos.

Cerraron la puerta del cuarto, atravesaron el patio y salieron bajo la luz de la brillante luna de finales del mes de octubre.

--Dicen que cuando hay luna llena hay más nacimientos. Comentó Doña Soledad a su hija.

-- No hay mejor luna para venir al mundo. dijo Marina mientras mientras miraba a la luna que casi se ocultaba en el oeste.

martes, 25 de octubre de 2016

RETORNO III

Cuando Mauro llegó a su casa ya estaban bien cocidos los elotes. Las hojas que habían sido verdes ya estaban amarillitas.
--Nomas me voy a comer un elote porque se me antojó el pozole, le queda bien bueno a doña María. dijo Trinidad.
--Por cierto, te manda saludos la tía María . Le di las gracias de tu parte.
--Tengo tiempo que no la veo, cuando me alivie voy a ir. Siempre ha sido muy buena gente conmigo.
--Yo también me voy a comer nomás un elote para comer pozole.
Se comieron su elote con queso y se sirvieron su plato de pozole con repollo y limón . A Inés solamente le sirvieron unos granitos de pozole en un plato, a él no le gustaban los cueritos. Después de cenar estuvieron platicando un buen rato sobre los planes para el bebé que venía en camino. Inés se quedó dormido sentado en la silla. Mauro se levantó para llevarlo cargando a acostar. El niño despertó pero se hizo el dormido para que lo llevara su padre en brazos a la cama. Al regresar de llevar a Inés se quedaron platicando un rato más. La cena había sido pesada y no les daría sueño temprano.
--Ya vámonos a acostar que ya es noche, dijo Trinidad.
--Sí, Mañana me quiero levantar temprano. Respondió Mauro. Tomó el aparato de petróleo y le dijo a Trinidad que caminara por delante de él mientras el alumbraba el camino. Al llegar a la habitación Mauro colocó el aparato en una mesita de madera que estaba a un lado de una petaquilla. Después de que Trinidad estaba recostada en la cama su marido apagó la llama de la mecha del aparato de un soplido y se recostó junto a su mujer.
A pesar que era tarde no tenían sueño, así que siguieron platicando en tema del bebé.
--Si es niño yo quiero que se llame Benjamín, y si es niña que se llame María Guadalupe. dijo Trinidad.
--Si es niño quiero que se llame Isaac y si es niña también quiero que se llame María Guadalupe.
Se quedaron dormidos, pensando cada quien en sus planes para el bebé, tanto a corto como a largo plazo. En la mente de Trinidad estaba la imagen de sus hijos grandes y unidos como lo era ella con sus hermanos. Mauro imaginaba una muchacha bonita parecida a Trinidad, con el cabello largo

domingo, 23 de octubre de 2016

RETORNO II

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--Qiubole tío ¿cómo está?
--¿bien y tu?
--también bien y ¿qué ha hecho?
--Pues nada, estamos esperando que acabe de sazonar el maíz para empezar a tumbar y además ahorita está la luna tierna. Venía a decirte que fueras con una olla para darte pozole, tu tía hizo mucho.
--Deje voy por la olla.
--Aquí te espero.
--Ahorita vengo.

Se fue corriendo, entró a la cocina y salió con la olla en la mano.

--¡Vamonos!
Llegaron a la casa de don José. Salió firulais a recibir a su amo y a ladrarle al intruso visitante, que no era la primera vez que lo veía pero tenía que hacer su trabajo para desquitar las tortillas que a tardes y mañanas le daban.

--Quitate para allá
¡parece que no lo conoces!, le dijo don José a firulais.

El perro se fue con cara de regañado y se metió en un hueco que había debajo de la pila de leña.
Los hombres siguieron su camino, abrieron la puerta de trancas, cortaron un par de guayabas del viejo árbol que estaba en el patio y entraron a la cocina. Al entrar vieron a doña María, la fiel esposa de don José. La mujer tenía el "comal bañado en lumbre" y lleno de tortillas.

--Buenas tardes tía maría dijo Mauro
--Buenas tardes, ¿Como ha estado?
--Bien ¿y ustedes?
--también bien. Pásate, siéntate. ¿Por qué no trajiste a Trini?, tengo tiempo que no la veo. ¿Ya mero se alivia?.
--Se quedó cociendo unos elotes. ya en estos días se alivia.
--Que bueno y ¿qué quieres que sea?
--Me gustaría que fuera una niña, pero solo Dios sabe.
--¿No quieres una gordita con manteca?.
--Bueno, deme una.
--Mira, tengo una debajo del comal y ya está bien inflada.
Doña María sacó la gordita de entre las brasas y se la dio en la mano a Mauro.
--José, ¡dale la manteca para que le ponga!.

Don josé se levantó y bajó un botecito con manteca del zarzo y lo puso sobre el pretil.

--Aquí esta. y ahí están el chile de molcajete y la sal para que le pongas. dijo don José señalando el otro lado del pretil.
--Gracias tío.
--Por nada.

Se preparó su gordita y se la comió despacio, bien entrado en la plática. Después de un buen rato, se paró y dijo

--Ya me voy porque Trini y el niño me han de estar esperando.
--Dame la olla para echarte el pozole. Se me había olvidado. ¿Les gustan los cueritos?
--Si, si nos gustan, todo nos comemos.
--Aquí tienes.
--Gracias. Bueno ya me voy.
--Me saludas a trini.
--yo le doy sus saludos.
--Que te vaya bien.
--Gracias.
Se dirigió rumbo a la puerta y don José le dijo
--Deja te encamino hasta la puerta del patio para que no te valla a morder el perro. A veces desconoce.

Salieron de la cocina y el perro lanzó unos fuertes ladridos pero como vio que don José también iba se quedó guardó silencio y los acompañó moviendo la cola.

--Bueno tío, ya me voy. Gracias por el pozole.
--Andale, que te valla bien.

Comunicado urgente

      6 años de trabajo y 10 000 fotos desaparecerán 


      En julio de 2005 fue creada la página de panoramio. Esta página permitía geo-posicionar fotografías. Al inicio trabajaban sobre Google Maps y posteriormente sobre Google Earth de modo que las fotografías quedaban disponibles en estos servicios. El éxito de panoramio fue tanto que en 2007 Google decidió comprar la empresa en 6 millones de dolares. Desde entonces panoramio ha sido utilizado para subir fotografías a Google Maps y Google Earth.

      El 5 de abril de 2010 subí mi primera fotografía a panoramio. Desde entonces he subido cerca de 10 000 fotografías que en su total superan las 400 000 vistas. Antes de que la tecnología llegara a nuestras nuestras manos ya estaba haciendo un esfuerzo por crear contenido que perdurara para siempre, y digo esfuerzo porque en cada vacaciones tomaba fotos, unas veces con cámara prestada y otras con mi cámara digital.Guardaba las fotos en un disco con ayuda de alguna computadora que me prestaran. Al regresar de vacaciones usando el internet de la escuela empezaba a subir por bloques de 200 que era lo que admitía el sistema en cada subida. Después de subirlas indicaba manualmente dónde había sido tomada cada fotografía. Se que no suena tan tardado pero imagina hacerlo para 10 000 fotografías.

      La gran cantidad de fotos en nuestra región llamó la atención de Google y en la próxima actualización de las imágenes satelitales ya salía Tlachichila con buena resolución mientras que la cabecera municipal que aún no era pueblo mágico ni figuraba en los mapas.

      Pasó el tiempo y apareció la antena de microondas en Tlachichila del operador de líneas de celular telcel, con ello empezó el uso telefonos celulares y posteriormente de smart phones (telefonos inteligentes). A pesar de la tecnología, las tarifas de telcel eran bastante caras como para darse el lujo de compartir fotografías y el internet estaba disponible en muy pocos puntos y al igual, salía caro compartir contenido. Fue hasta este año cuando la compañía telefónica mejoró las tarifas e incluyó un paquete de MB para redes sociales. A partir de entonces los Tlachichilenses se han dado vuelo a compartir contenidos.

      La mala noticia es que panoramio va a dejar de existir a partir del 4 de noviembre de 2016. Cuando vi la noticia me entristecí por no saber que va a pasar con mi contenido.

      Ahora queda en sus manos rescatar las fotografías que más les gusten antes del 4 de noviembre porque después de esta fecha sinceramente no se que vaya a pasar con ellas y cuando las volvamos a ver. Claro que se puede visitar el lugar de nuevo y volverla a tomar pero....no se puede viajar en el tiempo....

      Les dejo el enlace aquí abajo para que rescaten lo que puedan en estos 12 días que faltan.


viernes, 21 de octubre de 2016

RETORNO I

Los últimos elotes


Trinidad era una joven de veinte años, se encontraba en el noveno mes de embarazo en espera de su segundo hijo. Era la menor de una familia de diez hermanos. Estaba casada con Mauro Guerrero y vivían en una casita hecha de piedra y adobe en la orilla de El Pochote. Mauro tenía veintitrés años, era hijo único y el heredero de las propiedades que don Alfonso Guerrero dejó al morir.

Era el mes de octubre, Mauro estuvo recorriendo las parcelas para ver como iba la cosecha, ya quedaban pocos elotes porque ya habían amacizado. Tenía un corte de maíz negro en la parte de arriba de la parcela que estaba más cerca de su casa. Se acercó y abrió uno de los elotes, encajó la uña en uno de los granos y estaba lechoso aún. --los de aquí están buenos todavía, voy a llevarme unos para cenar--. Sacó la rozadera que traía entre el cinto y el pantalón y cortó dos docenas de elotes con todo y caña.

Llegó a la casa, puso las cañas sobre la cerca de piedra que rodeaba la casa y entró a la cocina. Ahí estaba trinidad moliendo el queso en el metate y cuidando de Inés, el primogénito de la joven pareja que se encontraba sentado sobre sobre un viejo petate jugando con sus caballitos de madera.

--Triny, traje unos elotes para cenar, ¿dónde está una cubeta para ponerlos?.
--¿Son muchos?
--Son diez cañas y como la mitad tienen de dos elotes.
--En la cubeta del nixtamal, ahí caben. Dijo Trinidad señalando al pretil.

Mauro agarró la cubeta con una mano, se agachó y levantó a Inés con la otra
--Vamos para que me ayudes, le dijo al pequeño mirándolo a los ojos y sonriendo.
--Me lo voy a llevar para afuera.
--Esta bien.

Salió de la cocina, sentó al niño en la mitad del patio y dejó la cubeta junto de él. Bajó el tercio de cañas de la cerca, lo puso del otro lado de la cubeta y comenzó a limpiar los elotes. Había sido un temporal muy bueno, los elotes estaban muy bien dados y la mayoría de las milpas tenía dos elotes.

--¡mira un gusano!, pon la mano, ¡ese no se come!, dijo al pequeño mientras depositaba el insecto en la palma de la mano del infante.

El niño le ponía cuidado al gusano con cara de asombro mientras éste se retorcía sobre la palma de su mano. A pesar de que era una sensación rara el tener un cuerpo gelatinoso adherido y caminando sobre su manita, no mostró miedo alguno.
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Una vez que Mauro terminó de limpiar los elotes, agarró al niño y lo montó sobre su cuello.

--¡Agachate!, agachate para agarrar la cubeta.

El niño arrimó la cabeza junto a la de su padre. Mauro levantó la cubeta y la llevó a la cocina. A pasar por la puerta tuvo que repetir la hazaña  porque la entrada estaba muy bajita.

Dejó la cubeta sobre el pretil y dijo a Trinidad

--Aquí está el niño, voy a picarle las cañas a las vacas.
--Ahorita los pongo a cocer en el fogón para que estén listos para cenar.

Mauro salió de la cocina, agarró el machete que tenía clavado en hoyo en la pared, agarró el tercio de cañas y se fue al corral de las vacas. Cuando llegó al corral, las vacas esperaban con ansias las cañas.

--¡Quítense! dejen se las pico, ¡Haganse! para allá.

Eran solo dos vacas y no le fue difícil retirarlas para poder entrar al corral y picar la decena de cañas una por una con el machete. Mientras las iba cortando en pequeños trozos, las vacas metían sus hocicos y estirando las hojas y las espigas de las milpas, de modo que para cuando Mauro terminó de picar las cañas las vacas ya se habían comido la mayoría de las hojas y las espigas y solo quedaban los cañutos en el comedero.

Mauro volteó hacia la entrada del corral y ahí estaba su tío José, parado y apoyando los brazos sobre la tranca más alta de la puerta del corral.



domingo, 16 de octubre de 2016

Verano

Verano

El verano transcurre del 21 de junio al 21 de septiembre. Es una estación en la que los días son calurosos y secos cuando aún no ha comenzado la temporada de lluvias y muy húmeda después de las primeras tormentas. La región de Tlachichila es uno de los lugares en donde se puede ver claramente la transición entre la época de sequía y la temporada que normalmente llamamos las aguas. La abundante lluvia de las primeras tormentas hace que los arroyos se limpien de las hojas de los árboles que cayeron en la última estación de otoño al igual que otros restos de plantas y desechos de animales. Después de las primeras crecientes, por los arroyos corre agua limpia, que solo tiene un ligero color a tierra y ésta puede ser parda o colorada, dependiendo de la localización del arroyo.


           Vista panorámica durante la estación de verano

           Las lluvias hacen enverdecer los pastos, que aguardaron durante la temporada de secas en un estado en el que mantuvieron verde la raíz en espera de las lluvias de la próxima temporada. Tras beber el agua que llegó del cielo el pasto empieza a crecer, siendo la primera planta en hacerlo ya que no depende de la germinación de las semillas. Las plantas que si de penden de la germinación, tardan un poco más en brotar del suelo y lo hacen como si tuvieran prisa por salir de ese refugio en el que estuvieron ocultas por al menos una temporada. Al mismo tiempo que ocurre esto, brotan los hongos y crecen de prisa. Estos forman parte de la alimentación de los lugareños y es cuestión de días desde su aparición para que solo quede el recuerdo. Existen dos tipos de hongos en la región: los de gorrita y los hongos bola. Los primeros son más abundantes en las vecindades de tlachichila mientras que los hongos bola son más frecuentes en los terrenos de la sierra. Al igual que los hongos, el jocoyole es abundante al inicio de la estación de lluvias, embelleciendo los terrenos con su colorido y deleitando los paladares con ese sabor ácido. En los días posteriores, de la misma cabeza o camote de donde salió el jocoyole, brotan los gallitos. La transformación del campo es un proceso continuo que parece un acto de magia en el que no ponemos atención y la mayoría de las ocasiones el fenómeno pasa desapercibido. Es tal vez un acto que hemos visto muchas veces y verlo una más, no nos causa ningún asombro.

                El cambio de la estación seca a la estación de lluvias desencadena la llegada de millones de insectos que zurcan los cielos, recorren los campos e invaden los terrenos de cultivo. Como parte de una larga cadena, estos insectos comerán y serán comidos contribuyendo al equilibrio del medio ambiente. Es en esta estación en la que se puede observar un fenómeno sorprendente como lo es el vuelo de miles de luciérnagas que mediante reacciones químicas que ocurren en su interior producen destellos luminosos en la oscuridad asombrando a los presentes. Para observar este fenómeno se necesita estar en el lugar y el momento indicado, podría decirse que es cuestión de suerte.

                La abundante humedad del verano hace que los reptiles traten de adquirir el calor que su cuerpo no produce directamente de los rayos del sol. Para ello salen de la sombra y se posan sobre las piedras y los caminos. Esto ocasiona que los encuentros con humanos sean más frecuentes de lo común. Las serpientes son unos de esos reptiles. Las más comunes y peligrosas debido a su veneno son las víboras de cascabel. Hay dos tipos de víboras de cascabel en la región. La cascabel cerrana (crotalus molossus nigrescens) y la víbora de codorniz.

Primavera

Primavera

       La primavera inicia el 21 de marzo y finaliza el 20 de junio. Esta estación inicia con el equinoccio de primavera, momento en el que el día y la noche tienen la misma duración. A partir de esa fecha el día comienza a ser cada vez más largo y la noche más corta. Los rayos del sol impactan sobre la tierra más tiempo haciendo que el ambiente se vuelva más cálido con el transcurrir de los días, pasando de heladas a días calurosos. Este aumento en la temperatura provoca mayor evaporación del agua y genera nubosidad. La nubosidad ocasiona ligeras precipitaciones que van en aumento conforme transcurre la estación ofreciéndonos uno de los grandes placeres de la vida, el olor a tierra mojada de las primeras lluvias. Se tiene la creencia de que al mes de los primeros truenos de lluvia de mayo comenzará la temporada de aguas. La realidad es que la mayoría de las ocasiones las aguas llegan en el verano.


           Vista panorámaica durante la estación de primavera

       Si bien la primavera no es esa estación mágica en la que todo florece, si es la estación en la que los árboles se transforman pasando de un estado de aparente muerte a un estado de vida, tal es el caso de los encinos que comienzan a echar flores y posteriormente brotes de hojas. Es probable que después de leer lo anterior estés tratando de hacer memoria para recordar las flores de encino, déjame decirte que dichas flores no tienen pétalos, más bien tienen la forma como de un gusano y son de color marrón. Los arbustos también empiezan a dar señales de vida. Uno de los más característicos de la región es el garruño, conocido como gatuño en otras regiones del estado debido a la forma que tienen sus espinas, también comienza echar brotes tornando sus copas de un color verde. Los nopales por su parte empiezan a echar brotes que más tarde se convertirán en pencas y tunas. Las plantas pequeñas como las carpicholas, mulas y galuzas brotan de sus camotes para ganar tiempo antes de que entre la estación de lluvias.

       Con el transcurso de la primavera poco a poco van llegando aves migratorias que vienen a la región para anidar en las copas de los garruños y nopales y traer al mundo a la próxima generación de aves. Entre estas aves tenemos a las urracas, calandrias, pitacoches palomas, tragacebos, torcacitas, codornices y viejitas por mencionar algunas. Para sacar adelante a sus polluelos las aves se convertirán en cazadoras de insectos contribuyendo así al equilibrio del ecosistema. Por otra parte siguiendo la cadena alimenticia, las aves también son presas y se convierten en alimento para las serpientes, otras aves y algunas de ellas para los humanos. Los reptiles por su parte, como lagartijos y serpientes salen de sus escondites invernales motivados por un clima más cálido debido a que ellos no pueden calentar sus cuerpos por si solos y toman el calor del ambiente. Al final de la primavera es muy común ver crías de lagartijo asoleándose sobre las piedras, atrayendo las miradas de propios y extraños, y escapando sigilosamente al tratar de ser capturados. Finalmente, otro grupo de animales que son visibles con mayor frecuencia son los roedores.

Clima

Clima

       Nuestro planeta se formó hace aproximadamente 4 500 millones de años a partir de objetos que orbitaban alrededor del sol y que, accionados por la fuerza de gravedad se unieron para formar la tierra. Posteriormente, un planeta del tamaño de marte, de nombre theia, se impactó contra la tierra arrancando fragmentos de ella y los envió al espacio exterior. La atracción gravitacional mantuvo en órbita terrestre al material desprendido y a partir del mismo se formó la luna.  Este satélite natural ralentizó el movimiento de rotación de la tierra contribuyendo a que los días tuvieran una duración de 24 horas. Ademas, hizo que la tierra se inclinara sobre su eje de rotación provocando que la cantidad de luz solar que reciben determinadas regiones fuera variable según la época del año dando lugar a las estaciones.

       Las estaciones son periodos temporales en los cuales, condiciones que definen el clima tales como temperatura, humedad, presión, vientos y precipitaciones mantienen valores dentro de un rango en determinada región del planeta. Entre los factores naturales que afectan el clima de la región de Tlachichila tenemos los siguientes: Una latitud de 21° 33’ 30’’ norte. Una altura sobre el nivel del mar de 2200 metros. Las distancias más cortas con las corrientes marinas: ecuatorial en el océano pacífico y del caribe en el golfo de México son 252 km y  520 km respectivamente. Finalmente, en los alrededores de la región hay cortinas naturales que cambian el flujo de los vientos. Estos factores permanecen fijos, sin embargo,  la distancia entre la tierra y el sol y la inclinación con la que llegan los rayos solares a la atmósfera varía según la época del año, por lo que el clima de la región de Tlachichila depende de cada estación.



       Las estaciones en la región son cuatro: primavera, verano, otoño e invierno y tienen una duración de tres meses. Como parte de nuestra educación en la escuela, en el hogar o ya sea a través de los medios de comunicación, hemos visto un panorama de cada una de las estaciones del año con la respectiva flora y fauna que las acompaña. La primavera una época alegre y colorida en la que el campo florece y los animales salen de sus madrigueras o incluso viajan miles de kilómetros para reproducirse. El verano una estación húmeda y calurosa con un campo cubierto de verdes pastos. El otoño es una etapa de melancolía en la que las hojas mueren y cubren el suelo dando un color marrón. Finalmente el invierno es una estación cruda en la que todo se cubre de nieve. Sin embargo, en la región de Tlachichila las estaciones no se apegan completamente al perfil mencionado debido a la ubicación geográfica. Más aún, el creciente cambio climático a nivel global nos muestra condiciones climáticas de una estación dentro de otra. 

La Hacienda de San Agustín

La Hacienda de San Agustín

      A mediados del siglo XVII surgieron las haciendas en el centro de México para poder satisfacer la demanda de productos agropecuarios de los mercados urbanos y mineros que los pueblos indios ya no podían cubrir. Sin embargo las haciendas se consolidaron como tales hasta que lograron crear un sistema propio de atracción, fijación y reposición de trabajadores: el peonaje por deudas. Con esto se pudieron tener trabajadores permanentes y se redujo la dependencia de la mano de obra proveniente de los pueblos, aunque eventualmente era necesario contar con ella.



       Las haciendas buscaban tener el mayor autoabasto posible, buscaban vender lo máximo y comprar lo mínimo por vía monetaria. La intensión no solo era recuperarse de la escacez que caracterizó a los siglos XVII, XVIII y XIX, sino valorizar los excedentes producidos en condiciones muy distintas.

Las haciendas se especializaron en ciertas producciones para el mercado. En el centro de México hubo tres tipos de haciendas, las cerealeras, las pulqueras y las azucareras. El fenómeno de especialización de las haciendas tuvo mayor auge a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Hubo una gran cantidad de haciendas y muchas diferencias entre ellas pero operaban de una manera similar. En las haciendas se realizaban una varidad de actividades económicas entre las que destacan las agrícolas, las pcuarias, las extractivas y las manufactureras, que contenías sus instalaciones y edificios permanentes y se fundaban en el peonaje por deudas para el desempeño de sus funciones.

Las tierras de las haciendas solían dividirse en tres sectores. El primero era el sector de explotación directa, constituido por las mejores tierras, aquellas que eran húmedas o que podían ser irrigadas, que estaban mejor ubicadas y comunicadas o bien, contaban con los mejores suelos. La administración de la finca era quien explotaba este sector mediante el peonaje endeudado y el peonaje libre. Este sector se dividía a su vez en dos áreas. Una de ellas era destinada a la producción para el mercado y la otra a la producción para el auto-abasto. El segundo sector era el de explotación indirecta y estaba formado por las tierras pobres o carentes de infraestructura. Estas se cedían en arrendamiento, aparcería o clonato a campesinos que no tenían tierras suficientes o carecían de ellas. De estas tierras se obtenía renta en dinero, en especie o en trabajo. El tercer sector era el de reserva y consistía en las tierras no explotadas que se conservaban en calidad de reserva y que tenían funciones muy importantes en caso de escacés.

Cuando había gran demanda de productos o una alza sostenida de los precios de los productos agropecuarios, las haciendas extendían el sector de explotación directa. Para ello, reducían el sector de explotación indirecta o simplemente hacían uso del sector de reserva. Por el contrario cuando no había mucha demanda o los precios de los productores eran bajos, se contraía el sector de explotación directa y se ampliaba el de explotación indirecta o el de reserva. Con lo anterior, las haciendas podían hacer frente a las fluctuaciones del mercado. En casos de auge, las haciendas ampliaban su extensión territorial ya fuera legal o ilegalmente, para tener una relación óptima entre los tres sectores o bien, simplemente adquirir más mano de obra eventual.

En la nuestra región florecieron cuatro haciendas muy importantes, La hacienda de la Luz, La hacienda de San pedro, la hacienda de San Andrés y la hacienda de San Agustín. Cada una de ellas perteneció a diferentes a familias españolas. La hacienda de San Agustín estuvo ubicada en donde hoy se encuentra el panteón. Inicialmente fue propiedad de un personaje español de nombre Luis estrada, quien trabajó la hacienda durante años y la heredó a sus hijos, quienes la vendieron al señor Praxedis Portillo.

       Después de un tiempo, la hacienda fue vendida a una familia de apellido Pérez. María Guadalupe Pérez, hija de los dueños contrajo matrimonio con el entonces mayordomo dela hacienda Macedonio Villagrana. El movimiento de la revolución mexicana hizo que los dueños de la hacienda huyeran de la región y l hacienda paso a ser propiedad del señor Villagrana y su esposa. Este matrimonio procreó dos hijas, quienes heredaron la hacienda.

       A partir de 1930, después de haber sufrido los estragos de las luchas más injustas que ha habido en México, la revolución de los Cristeros, Tlachichila empieza su enorme desarrollo en todos los ámbitos.Primeramente pasaría de hacienda de Tlachichila a hacienda de San Agustín de Tlachichila, y como alguien la quiso nombrar (1926) a simplemente Tlachichila. Luego ya ubicada en el lugar actual, desaparecieron los jacales de zacate para darle paso a las casas de adobe, que gracias a la visión de Marcos Huerta, ya tuvieron  planeación urbana en su edificación.